Esta obra sigue fielmente en su estética el retrato realizado en torno a 1679, por Rene Antoine Houasse, que actualmente se encuentra en el Palacio de Versalles, mientras que otra copia pertenece a la colección del Museo de Arte Antiguo de Lisboa, en Portugal. En el cuadro vemos representado a Luis XIV de Francia.
En ambas piezas se puede ver al monarca sobre un caballo blanco, dispuesto en cabriole, mirando al espectador regiamente y alzando su arma, que se observa tras la testa del animal. Tras la figura central, un conjunto de personajes a caballo se inserta en un paisaje rocoso y agreste, donde destacan varias fogatas que nos indican, que se está dando lugar, una contienda bélica.
Este tipo de representación, en la cual el monarca retratado de modo imponente y regio, dispuesto sobre un caballo en plena actividad, se popularizó ampliamente de tal manera, que se extendió en la tradición pictórica como representación del poder absoluto, especialmente en la pintura francesa, donde se aprecian los mismos patrones estéticos, por ejemplo en el famoso retrato de Napoleón, pintado por Jean Louis David.
René Antoine Houasse, destacó por su trabajo como pintor y decorador de la corte francesa, en especial por su trabajo en el palacio de Versalles. Comenzó su formación de la mano de Charles Le Brun, lo que le condujo a trabajar en el equivalente de la Fábrica de Tapices española, es decir, la manufactura des Gobelins, situada en Paris. Debido a su reconocimiento como artista, fue elegido como director de la Academia Francesa en Roma, cargo que ostentó desde 1699 hasta 1704.
Su pintura destaca por un refinamiento y un gran interés por el dibujo, características que se sustentan como paradigma de una estética clasicista o academicista. El cuadro pertenece a la Escuela Francesa del siglo XVII o también conocida como Academia Royale de Peinture y lo enmarcamos dentro de la pintura barroca francesa.
