Presentación de la cabeza de Pompeyo a Julio César PEDRO RODRÍGUEZ DE MIRANDA - Antigüedades Conde de Aranda
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Presentación de la cabeza de Pompeyo a Julio César
PEDRO RODRÍGUEZ DE MIRANDA

Autor: PEDRO RODRÍGUEZ DE MIRANDA

Fecha/lugar creación: Siglo XVII

Título pintura: PRESENTACIÓN DE LA CABEZA DE POMPEYO A JULIO CÉSAR

Nos encontramos ante una obra de factura española, datada en el siglo XVIII y atribuida a Pedro Rodríguez de Miranda, autor perteneciente a la generación de pintores que se encuentra a medio camino entre la tradición de la pintura barroca española y la influencia de los maestros franceses e italianos traídos por Felipe V a la corte madrileña. La pintura representa el tema histórico de la presentación de la cabeza de Pompeyo a Julio César. En torno al año 48 a. C, la República Romana se encontraba sumida en una guerra civil. Pompeyo fue derrotado en la Batalla de Farsalia, acontecimiento decisivo para el fin de la República y el inicio del Imperio Romano. Tras la derrota, Pompeyo buscó asilo político en Egipto. El asilo le fue concedido inicialmente por Potino, tutor de Ptolomeo XIII y personaje de gran poder, aunque en realidad todo resultó un engaño y ordenó cortarle la cabeza a Pompeyo para ganarse el favor de Julio César. La cabeza de Pompeyo le fue ofrecida al nuevo emperador como un obsequio, pero él respondió con pena y repugnancia, ya que había concedido la amnistía a sus enemigos, y ordenó que se localizara el cuerpo de Pompeyo y la organización de un funeral romano digno.

El cuadro que nos ocupa muestra el momento preciso en el que Julio César recibe la cabeza de su adversario. Se trata de una obra que se enmarca dentro de la pintura de historia que se popularizó en España a partir del siglo XVIII y que mostraba cierta inclinación hacia los temas de la Antigüedad, sobre todo en el caso de las obras realizadas por los artistas que formaban parte de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, bien como encargo por parte de algún cliente, bien como prueba o examen para acceder a la Academia. El autor, Pedro Rodríguez de Miranda, es uno de los autores del barroco madrileño con mayor calidad artística, discípulo de su tío Juan García de Miranda, enseguida consiguió trabajo como restaurador de la colección de pintura del Palacio Real y debido a su destreza fue nombrado pintor del rey en 1774.Actualmente tiene una presencia importante en el Museo Nacional del Prado, que conserva varias obras suyas de temática religiosa que se enmarcan en un estilo muy próximo a la escuela de Claudio Coello y Juan Carreño de Miranda.

La escena se desarrolla en un interior que evoca el pasado romano, idealizado y con elementos significativos del mundo barroco, como es el caso de la arquitectura, en la que podemos apreciar un conjunto de columnas salomónicas doradas que nada tienen que ver con la arquitectura romana. También las vestimentas de los personajes que no son soldados muestran prendas típicas del siglo XVIII. Este tipo de anacronismos han sido muy habituales en toda la historia del arte y sirven para acercar más el tema al espectador y facilitar la lectura de la obra a través de esos elementos que resultan más familiares.

En cuanto a la espacialidad, la escena principal se desarrolla en el primer plano de la obra, el centro de la composición está ocupado por un grupo de personajes que le muestran la cabeza de Pompeyo a Julio César a los pies de una escalera que aparece velada y a la derecha sobre dicha escalera la figura del emperador con expresión de repulsa ante lo que está viendo. Alrededor de esta acción principal se sitúan un gran número de personajes que contemplan lo que está pasando, incluso en los últimos planos de la obra podemos ver un gran número de personas asomadas por diferentes rincones del edificio. Con esta forma de situar los personajes dentro de la arquitectura Pedro Rodríguez de Miranda consigue crear una obra dinámica pero a la vez equilibrada espacialmente y con un gran sentido teatral muy propio de la pintura barroca, algo que se puede apreciar en elementos como las columnas, escaleras, el gran textil que se muestra tras la figura de Julio César y los gestos, en los que prima el lenguaje de las manos en las figuras de los personajes principales y que le dan al acontecimiento narrado un gran sentido de instantaneidad.

En lo que respecta a la técnica, al igual que en el caso del tratamiento espacial estamos ante una obra que demuestra la madurez y calidad del artista. El tratamiento de la luz es sutil pero efectivo, muy hábilmente trazado a través de los elementos de la composición, sobre todo la arquitectura, que se abre hacia el fondo mostrando la luz del día y contribuyendo a la creación de una perspectiva naturalista y a través de diferentes juegos de luces y sombras el pintor otorga o resta importancia a los personajes de los primeros planos. Tampoco faltan los elementos anecdóticos como el niño negro o el perro del primer plano. En este último caso, y junto con el adoquinado del suelo, podemos ver una clara referencia a la pintura italiana, que desde el siglo XVI se había servido de estos elementos en el suelo para crear la sensación espacial y conseguir mayor perspectiva, como en el caso del famoso Lavatorio de pies de Tintoretto ( Museo del Prado). El perro en primer plano también aparece en dicha obra y en muchas otras de pintores italianos y tuvo mucha influencia en la obra de artistas de otras nacionalidades, como es el caso de Ruben o Velázquez, artistas que conocía a la perfección por su gran presencia en las colecciones reales

Se trata de una obra en la que se conjugan a la perfección la expresividad y teatralidad del barroco y el gusto por la Antigüedad que se empieza a gestar en el siglo XVIII y que terminará desembocando en el nacimiento del Neoclasicismo.

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